Amaneces un día con el vaso desbordado.
Sientes como el alma se halla aletargada.
La mente, aturdida, nada reclama.
Y los ojos.... ¿para qué? Si no ven nada.
Masticas el vacío de cada día;
y aún así, al tragarlo, te atragantas
en un febril afán de digerirlo,
para presto tener que vomitarlo.
Quisieras ser sin existir;
es todo lo que la mente alcanza.
porque los pensamientos fueron devorados,
por el encubierto monstruo del desprecio.
Se va ciñendo la soga que te ahoga.
Despacio, para así extasiarse en la agonía.
Y percibes como el aire, lentamente, te abandona.
Para sentir, atormentado, como la vida escapa.
Alzas la vista y apenas oteas un horizonte
A lo lejos, algo quimérico, parece que palpita.
Y....se abre un resquicio de curiosidad y miedo,
para sentir una brizna de aire en la existencia.
Incierto intento de expandir el pecho,
para así esa brizna de aire que te llama.
La mente, por un momento atiende;
Y se pregunta.......si merece la pena tal esfuerzo.
Has descrito muy bien la melancolía,pero si merece la pena el esfuerzo, aunque caigas una y otra vez.
ResponderEliminarGracias por exponerlo.