( foto: anhelo seguirte de María Cañas)
Un día moriré
y nada quedará de mí.
Cuando llegue ese día
habré alcanzado mi meta.
Mientras tanto,
que mi voz y mi recuerdo
sirvan sólo a un propósito:
el de llamar a los hombres
a volver a Su Señor.
¡Oh mi Dios!
De la mano me llevas hacia mi destino.
¡No me sueltes nunca!
Aún cuando esta niña traviesa patalea y se distrae,
protégeme de mi misma y nunca me abandones.
Con lágrimas te lo ruego: Permíteme volver a Ti.
Maria Cañas "Marie"
y nada quedará de mí.
Cuando llegue ese día
habré alcanzado mi meta.
Mientras tanto,
que mi voz y mi recuerdo
sirvan sólo a un propósito:
el de llamar a los hombres
a volver a Su Señor.
¡Oh mi Dios!
De la mano me llevas hacia mi destino.
¡No me sueltes nunca!
Aún cuando esta niña traviesa patalea y se distrae,
protégeme de mi misma y nunca me abandones.
Con lágrimas te lo ruego: Permíteme volver a Ti.
Maria Cañas "Marie"
Precioso poema convertido en oración o preciosa oración hecha poema. Si en algo se me permite discrepar, sin que ello empañe la belleza de los versos y la hondura del sentimiento, sería ese segundo verso: "nada quedará de mi".
ResponderEliminarSi Dios nos lleva de la mano a nuestro destino y ese destino es El, quedará de nosotros todo, pues nos habremos fundido en el Amor.
Te felicito por tan bello poema. Saludos. Jesús.